EL IDEAL Y LA REALIDAD
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez
Presentar una iniciativa de ley ante el Congreso de la Unión siempre es importante y mucho más cuando aborda temas de carácter educativo. En el año de 1917, los Diputados Constituyentes acordaron dictaminar que la educación primaria fuera gratuita y obligatoria en todo el país. Hasta la fecha, es todavía difícil cubrir al cien por ciento la demanda de la educación primaria, debido a una serie de razones, entre ellas las poblaciones pequeñas y dispersas, lo que implica la presencia del CONAFE, que ha coadyuvado con la Secretaría de Educación Pública para atender grupos formados por 4, 8 ó 10 educandos.
La legislación ha evolucionado. Muy recientemente se acordó que fuera obligatoria la educación básica que comprende preescolar, primaria y secundaria. Si investigamos qué ha sucedido con estas disposiciones jurídicas y cómo se han reflejado en el entorno, encontraremos que miles de niños entre 3 y 4 años de edad no son atendidos en las comunidades y cientos de miles también están fuera de las aulas en el nivel de secundaria. En otras palabras, declarar constitucionalmente que esos niveles son forzosos, de ninguna manera es sinónimo de eficacia y de que se conviertan en una auténtica realidad porque la propia ley se actualiza como vigente pero carece de positividad en cuanto que las circunstancias sociales, políticas y económicas del país impiden que exista un cumplimiento genuino sobre estos anhelos que son plausibles y verdaderamente encomiables. En ese rumbo, la verdad lo que habría que hacer es legislar constitucionalmente sobre enseñanza media superior y superior para que todo mexicano curse necesariamente licenciaturas, maestrías y doctorados; eso es lo de menos, el asunto es la lejanía de las circunstancias con el ideal, porque permanecen aislados, sin unirse y menos conjugarse.
Con base en lo anterior, es de suma importancia asomarse a lo que es la nueva pedagogía social que de manera destacada se está desarrollando en la entidad veracruzana, porque lo que exige la sociedad son mecanismos que le permitan acceder, por sí misma, a las diversas categorías educativas, para lo cual se debe trabajar denodadamente, visitar rancherías, congregaciones y estar en los municipios más marginados para, en un ejercicio generalizado, convencer a hombres y mujeres de las bondades que tiene y representa el estudio, despertar en ellos los valores que encierran sus innegables potencialidades para asimilar y comprender el conocimiento, su disposición para ser mejores en lo individual e irradiar con su ejemplo la superación de la familia y la comunidad. Creo que esto es lo que se impone no tan sólo en México sino en todos los países conocidos como “en vías de desarrollo”.
Causa magnífica impresión que la bancada del Partido Revolucionario Institucional estimule a los legisladores para que la educación media superior sea obligatoria en México, porque está en lo cierto el diputado Baltasar Hinojosa Ochoa cuando afirma que, de cada cien niños que ingresan a la primaria, sólo doce egresan de nivel superior. Es decir, abunda el diputado, hay mínima eficacia del actual sistema educativo; por otra parte, el mismo legislador asegura que en 2009 más de cuatro millones de estudiantes, incluidas las modalidades propedéutica, bivalente y terminal, ingresaron a bachillerato, lo cual hace evidente que sólo el 82.8% de la matrícula es atendida por el sector público y estos datos que da a conocer el representante popular priista soslayan a la población mayor de 25 años, que en el universo global suman más de 40 millones de mexicanos, por lo que la tarea no es exclusivamente destinar más recursos a la educación media superior, sino encontrar nuevas modalidades y distintas actitudes para efecto de lograr que esa masa inmensa de compatriotas tenga la posibilidad de proseguir sus estudios.
Trascender en la vida pública no nada más consiste en hacer leyes o en aportar modificaciones, de lo cual presumen algunos ex legisladores, sino trabajar a favor de la sociedad y, principalmente -aunque éste sea un lugar común-, de los más pobres, porque la inteligencia habita en el ser humano independientemente de los recursos monetarios que posea.
Es aceptable la reforma, pero sería más plausible un acuerdo de carácter general en el país para que con dirección muy bien enfocada y comprendida por todos, se prosiguiera una dinámica cuyas metan son no solamente asibles, conquistables sino llenas de generosidad para que dentro de la nueva pedagogía social se llegue a enmarcar la actividad educativa sin egoísmos ni barreras. Estas tareas no tan sólo se realizan pidiendo más presupuesto, sino teniendo voluntad para transformar la sociedad en la que nos corresponde vivir y desarrollarnos.
zmgh12@gmail.com