SOLIDARIDAD Y EDUCACIÓN
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez

            Para el ministro español Ángel Gabilondo, a la educación se deben la inclusión, la equidad y la igualdad sociales, aspectos de fondo que no ha hecho nadie ni nada, razón por la cual considera que es la mejor política que deben ejercer los gobiernos del orbe.

            Coincido con él cuando también afirma que la peor de las exclusiones es aquella que niega a los ciudadanos acceder al conocimiento. En efecto, el verdadero patrimonio universal es el saber mismo, que se encuentra en todas partes y se hace más accesible cada día por la existencia de los nuevos inventos tecnológicos que han franqueado, a través de las computadoras y la Internet, una ventana luminosa que basta con abrirla para asomarse al universo.

            El funcionario, al sostener una plática sobre el ámbito educativo en la ciudad de Bilbao, no dejó pasar la oportunidad para tratar de influir en la audiencia y los lectores de su mensaje, cuando enfatizó que no debemos abandonar los valores como el de la solidaridad, término que se ha empleado en México dentro de un programa gubernamental -que por cierto fue exitoso en la época de Salinas-, o como una expresión coloquial porque en realidad la palabra solidaridad significa lograr la unión de los seres humanos en todos aquellos asuntos que competen directamente a su bienestar.

            Para Gabilondo, perder una elección política tiene muchas explicaciones y causas que están relacionadas principalmente con la preparación y las convicciones de los ciudadanos. Pero para él eso no tiene importancia; en cambio, cuando la sociedad pierde sus ideales y deja de acariciar sus anhelos, sobrevienen las crisis generalizadas que dan al traste en el mismo seno de la convivencia social.

Ángel Gabilondo ha sido militante del Partido Socialista Obrero Español; obviamente, defiende los postulados de ese organismo político y hace hincapié en que  sus estatutos y dirigentes han sido fundamentales para la lucha por la universalización de la educación, lo cual ha permitido que, actualmente, en España asistan a los planteles escolares 9 millones de alumnos; de ellos, 1 millón 600 mil son universitarios. La cantidad lo enorgullece pero ahora su preocupación es trabajar por la calidad en la formación cultural, técnica y científica.

En otra parte de su interesante intervención, proclamó que la educación debe estar en el corazón de Europa. Para mí no tan sólo en el viejo continente, sino en todo el mundo.

Sin embargo, se advierte entristecido por la derrota contundente del PSOE  y el ascenso del oriundo de Santiago de Compostela, Mariano Rajoy Brey, a la primera responsabilidad política de aquel país.

            En España, las líneas políticas se han dividido principalmente en dos: las finalidades que persigue el PSOE y las que viven y se desarrollan en las comunidades autónomas dirigidas por el Partido Popular. En un dejo de crítica y -para mí- insatisfacción, Gabilondo aborda lugares comunes cuando nos quiere enseñar que las políticas sociales son de la gente y no del gobernante.

            El servidor público que hoy me ocupa también exalta la necesidad de mantener la educación plenamente gratuita y universal; lo único que habría que preguntarle es si allá los ciudadanos no pagan impuestos, que son exactamente los recursos que utiliza el gobierno para cubrir las prestaciones, salarios y derechos de los trabajadores vinculados con el ámbito educativo, por lo que su propuesta sería plausible siempre y cuando no se cobraran cargas fiscales a los habitantes, para aprender entonces cómo aquel país se atrevería a postular una educación con esas características.

            Lo que fue interesante en Bilbao es que, en el mismo acto donde habló Gabilondo, pidió hacer uso de la voz la consejera vasca de educación, Isabel Celaá, quien dijo que “comer semillas de las cosechas futuras es lo que está haciendo el Partido Popular en las comunidades que gobierna”, expresión un tanto cuanto ininteligible porque no se pueden asimilar frutos que no se han cosechado, razón por la cual sus expresiones palidecieron ante la argumentación de Gabilondo.

            Como se puede colegir, en muchos países  se dan diferencias muy claras en cuanto a las finalidades que debe perseguir la pedagogía, por lo que no es vacuo insistir en que se requiere llegar a un acuerdo nacional para que todos caminemos por los mismos senderos que nos conduzcan hacia el éxito y la plenitud educativa.