LAMENTOS O SOLUCIONES

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez

                Una de las enseñanzas más comunes - que tiene profundidad inalcanzable-, es aquella que consiste básicamente en orientar a niños y jóvenes sobre la forma en que se debe utilizar la voluntad, el querer, el desear y de ninguna manera cejar en los compromisos que se van adquiriendo al transcurrir de la vida.

                Extremadamente doloroso para toda familia es que el padre o la madre depositen su confianza en los hijos, que trabajen, se desvelen y sufran por allegarse los medios necesarios para mantenerlos en las escuelas y en cualquier momento,  por el mismo vástago o por interpósita persona, se enteren de que  han abandonado los estudios. Esos son golpes fuertes que deben asimilarse y resistirse; pero lo que más sobresale es que el ser humano necesita dejar de ser contemplativo y aceptar los errores sin tratar de corregirlos; o cuando -como es el caso- quienes dirigen el sistema educativo nacional califiquen como un drama  la deserción escolar en todo el país, misma que a decir del Subsecretario de Educación Federal asciende a 600 mil estudiantes de preparatoria en este año  y no le falta razón a Miguel Ángel Martínez Espinosa porque  esta penuria de voluntad, reciedumbre y coraje para escalar los niveles educativos, es lo que se ha dejado a un lado,  sin dar las soluciones procedentes.

                El problema, enfocado de manera muy superficial, es ponderar y deplorar las cifras tan exorbitantes que se dan a conocer. Al leer estas noticias  deprimentes, lo primero que se viene a la mente es a qué se van a dedicar los hombres y mujeres que renunciaron a la escuela. Estamos viviendo una época en que para conseguir trabajo se tiene que mostrar, mínimo, el certificado que acredita a la persona como egresado de educación media superior. El mercado laboral en nuestros días es más dinámico y exigente en cuanto al personal que se va a contratar. Cuando se hacen estas elucubraciones, indigna percatarse cómo jóvenes de 17 y 18 años se ven obligados a emplearse en cualquier labor o trabajo caracterizado por la simpleza de las acciones que deben ejecutarse, porque no hay capacidad para otra cosa.

                Lo importante no es únicamente estudiar los índices de deserción, sino proponer las medidas remediales a ese tipo de aflicciones; una de ellas, sin temor a equivocarme,  es abrir a los jóvenes las posibilidades de estudiar dentro de una modalidad semipresencial que les permita acceder a la ilustración, con la condición de que sus mentores practiquen, orienten y los persuadan para que se inmiscuyan de manera abierta en lo que es el autodidactismo crítico y significativo, porque el rumbo que lleva el país nos va a obligar a practicar  el aprendizaje autónomo. Las ventajas de esta modalidad serían muchas, dado que quienes dejan las aulas en el nivel medio superior pueden dedicarse,  entre semana,  a estudiar una carrera técnica o, si no tienen posibilidades económicas, laborar para obtener un ingreso licito que permita aportar una cuota simbólica para que se dé la simbiosis entre asesores didácticos y alumnos a fin de conformar una comunidad académica decidida a incursionar en la sociedad del saber.

                La salida –lo comprendo perfectamente bien- es difícil, pero puede lograrse porque ya está demostrado; lo único que hace falta es propiciar una corriente de anhelos e ilusiones que le faciliten a la juventud vislumbrar un camino diferente de sus actividades. Estudiar,  prepararse, ser mejor cada día, transformar y afinar la asimilación, así como adueñarse del conocimiento,  de ninguna manera  significa que necesariamente se esté en las aulas todos los días; se puede aprender fuera de ellas, siempre y cuando se tenga método y procedimientos eficaces y, además, la audacia de utilizar las herramientas modernas para mejorar la percepción y superación personales.

                Miles de ejemplos existen de hombres y mujeres que con una modalidad educativa propicia y adecuada pueden disfrutar de su preparación al observar  que su esfuerzo es valorado,  es aquilatado y puede influir entre todos sus compañeros hasta conformar un compromiso de carácter colectivo al constituir células de estudio en rancherías, congregaciones, colonias populares o agencias de trabajo.

                La solución para enfrentar el problema consiste en hallar cómo superarlo, porque dar a conocer cifras adversas y diagnósticos catastróficos es  propio de estudiosos de los fenómenos reales que se dan en el ámbito educativo, pero  lo importante es demostrar las mejores formas de hacer eficaz el funcionamiento del sistema educativo nacional.

                La semiescolarizacion es una modalidad pedagógica que ha demostrado su empuje desde hace muchos años; lo que hace falta es  valorarla hasta encontrarle las aristas que la definan como un arma poderosa al servicio de la sociedad.