ZAPATA EN LA VOZ DE NERUDA

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez


Es deplorable que durante la celebración del Centenario de la Revolución Mexicana se haya carecido de imaginación, iniciativa e interés por difundir y resaltar un acontecimiento tan importante por la serie de acciones, episodios, experiencias y resultados que ofreció el movimiento encabezado por el Apóstol de la Democracia.

Para citar un ejemplo, el compromiso de los integrantes de la Comisión que se integró para significar la participación de los veracruzanos en esa gesta heroica, en verdad palideció; lo que se proyectó, hasta ahora, ha sido cetrino, sin trascendencia; se notó el desinterés por recordar a los héroes locales, quienes dieron la vida para conquistar ideales carísimos a México entero.

Creo con sinceridad que se pudieron realizar afanes que hubiesen involucrado a la comunidad, pero no se espabilaron ni tuvieron disposición económica para atraer a los paisanos a una conmemoración tan importante.

Hasta la fecha, en nuestra entidad, ni siquiera se ha hablado con profundidad del tema, de las gestas y labores prerrevolucionarias que fueron incendiando el ánimo de todos para derrocar al dictador, se olvidó a los líderes que encabezaron la lucha armada, a los intelectuales que burilaron sus inquietudes en los clubes liberales organizados por los hermanos Flores Magón, a quienes enterraron en el olvido colectivo; a nadie se le ocurrió destacar por regiones las experiencias y los matices históricos que hacen de Veracruz un Estado importante para el triunfo de esta magna causa.

Al reflexionar sobre este tópico, considero que hizo falta organizar concursos de ensayo, de poesía, sobre aspectos biográficos, así como composiciones musicales, alguna obra de teatro que nos hubiese imbuido en esta tarea, que es de la nación, pero que también nos comparte la responsabilidad para recordar a nuestros adalides.

Ya se fue el año; las hojas del calendario sucumbieron vertiginosamente y no se conoce un informe formal sobre las aisladas contribuciones que la Comisión respectiva hizo para demostrar el conocimiento de tantos datos legendarios que existen y que siguen dormidos en la conciencia general.

Al estar pensando sobre este particular me conmovió leer la composición que un chileno, el poeta de la Isla Negra, Pablo Neruda, dedicó al Caudillo del Sur, Emiliano Zapata. La inspiración del autor del Poema Veinte, se convierte en un ejemplo para los vates veracruzanos que dejaron pasar el tiempo y no se preocuparon por cantarle a la revolución. Para su conocimiento, es placentero transcribir fragmentos del trabajo de Neruda, titulado “A Emiliano Zapata, con Música de Tata Nacho”:

Cuando arreciaron los dolores
En la tierra, y los espinares desolados
Fueron la herencia de los campesinos,
Y como antaño, las rapaces
Barbas ceremoniales, y los látigos,
Entonces, flor y fuego galopado…
Borrachita me voy
Hacia la capital
Se encabritó en el alba transitoria
La tierra sacudida de cuchillos,
El peón de sus amargas madrigueras
Cayó como un elote desgranado
Sobre la soledad vertiginosa
La tierra se reparte con un rifle.
No esperes, campesino polvoriento,
Después de tu sudor la luz completa
Y el cielo parcelado en tus rodillas.
Levántate y galopa con Zapata


Es propicio invitar a todos a leer la “Antología General de Pablo Neruda” editada por la Real Academia Española en una edición conmemorativa, porque me atrevo a afirmarle que en estos días de asueto, usted le regalaría a su espíritu una experiencia inolvidable que se desprende de la obra de Neftalí Reyes, verdadero nombre de quien ha arrancado emociones y a veces ha dejado que las lágrimas de los enamorados escapen, por la belleza de sus versos.

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REFORMAS E ILUSIONES

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez




Las reformas a la Carta Magna tienden a perfeccionar las obras y, en general, prescribir acciones de beneficio colectivo; vale la pena recordar que una disposición constitucional debe tener observancia en toda la República y, además, obligar a las autoridades locales a realizar los cambios procedentes para adecuarse a la norma federal. Creo que son ideales los que inspiraron a quienes de manera decidida han propuesto que la educación media superior sea imperativa.

Lo primero que me inquieta es saber si la sujeción es para los gobiernos federal, estatales y municipales o se refiere a los ciudadanos; una cosa es responsabilizar a las autoridades a fin de que destinen los recursos suficientes para abrir los planteles que hagan falta, de acuerdo con la demanda real y otra muy distinta es que los mexicanos se vean constreñidos a cursar la enseñanza media superior, lo que sería ideal; pero entonces la pregunta sería ¿Aquel que no cumpla, a qué sanción se hace acreedor? Las leyes son obligatorias, generales y abstractas y su perfeccionamiento consiste en que registren puniciones para quienes no las acatan.

Estimo que los autores del proyecto desean que las autoridades funden las preparatorias necesarias, por lo cual debemos pensar y evaluar si se posee la cantidad de dinero que posibilite la contratación de personal docente, administrativo y de servicios que se hace indispensable y si se van a programar las construcciones de los espacios educativos indefectibles para tal fin.

Con base en lo anterior, considero que reformar la Constitución para incluir como obligatorio el bachillerato es bello, es hermoso, pero no deja de ser una ilusión porque, de acuerdo con datos estadísticos recientes, México registra más de 60 millones de ciudadanos que no han cursado la preparatoria, por lo que atender esa cantidad de alumnos es una tarea titánica que exigiría, de acuerdo con las costumbres y compromisos oficiales, una cantidad bárbara de dinero -que obviamente no se tiene-, y la formulación de planes y programas de estudio así como de construcción de aulas que también reclamarían una fortuna para poder cumplir con esta área programática de los legisladores que, en buena hora, dejan para la historia .

Pensemos, para efectos de este trabajo, en las condiciones en que se encuentra el Estado de Veracruz, nuestra patria chica, donde conviven más de 790 mil habitantes que cuentan entre quince y diecinueve años y -con datos de 2005, porque no está actualizado el INEGI- la población de dieciocho años y más que cursa este nivel es de 503 mil ciudadanos; por otra parte, los alumnos egresados de bachillerato en 2008, por ejemplo, son únicamente 70,799 y los planteles apenas 1,560.

Los datos mencionados -crudos pero reales- deben ser sensibilizados con la deserción que existe y casi llega a un 8% por lo que, como es fácil advertir, al aceptar el Estado de Veracruz esta importantísima reforma, tendrá que analizar, estudiar y ponderar las posibilidades de darle un impulso vigoroso y dinámico a la enseñanza media superior, porque estará comprometido a hacerlo; pero, como me enseñaron en la UNAM hace mucho tiempo: “Nadie está obligado a lo imposible”.

Esta innovación va a tener los mismos efectos que las disposiciones originales que surgieron en 1917 porque en nuestros días, después de 93 años, aún no podemos cantar victoria sobre la universalización de la educación primaria y mucho menos de la preescolar, expresión que se puede aplicar también a la enseñanza media.

Es interesante dar a conocer que las instituciones de educación media superior en el ciclo escolar 2009-2010 registraron una matrícula de 292,368 alumnos inscritos en 1,653 planteles en los cuales laboran estimados y distinguidos docentes en número de 19,897.

El dato que más espanta y debe preocupar, es el que se da a conocer a través de los censos -con todas sus deficiencias- y que asciende a más de 4 millones 650 mil veracruzanos que no tienen el privilegio de haber obtenido su certificado de bachiller.

Dentro del trabajo diario que realiza la semilla de lo que va a ser la nueva Universidad Popular Autónoma de Veracruz, hemos expresado en varias ocasiones que atender 25,500 alumnos en 496 preparatorias es un dato importante, pero para combatir el monstruo del rezago cultural, se necesita mucho mayor trabajo, más esfuerzos y una constante y sistemática actividad para lograr que hombres y mujeres asistan, de acuerdo con sus posibilidades económicas y sociales, a las aulas de la revolución para preocuparse por sí mismos en su preparación a fin de alcanzar este nivel escolar.

Lo que es innegable es que se debe trabajar decididamente pensando en el mejoramiento cultural de los veracruzanos.

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LA EDUCACIÓN, BIEN PÚBLICO

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



Existen conceptos, definiciones y, en consecuencia, actos que deben ser renovados, actualizados, porque abundan funcionarios federales que están viviendo en el pasado y no comprenden ni entienden las nuevas tendencias de la educación.

La afirmación anterior me nace hacerla, porque representantes de la Secretaria de Educación Pública están interviniendo en asuntos estatales –como el caso de Oaxaca- pretextando que ellos tienen la exclusividad jurídica para el reconocimiento y validez de estudios y su acreditación, lo que suena a un monopolio que es contrario al espíritu del artículo 3º., que señala que todo individuo tiene derecho a la educación y que, para impartirla, lo pueden hacer la federación, los estados, el Distrito Federal y los municipios.

Creo que la educación debe considerarse como un bien público, una tarea que pertenece a todos, y equipararse a la libertad de los individuos para respirar, tomar el sol, a fin de esparcirla de tal manera que pueda incidir y penetrar en la voluntad de los educandos para que decidan transformarse y caminar por los senderos del conocimiento.

Es risible que la SEP esté apremiando a ciudadanos preocupados por organizar grupos y encaminarlos hacia el estudio para que logren acreditar su bachillerato, porque, lamentablemente, sin un certificado de preparatoria no se puede continuar escalando niveles educativos, tal es el caso de alcanzar una licenciatura.

Lo que se debe pensar es en lo que está sucediendo en el mundo que vivimos en estos días, por lo cual habría que preguntarle a la Secretaría del ramo cuáles son los centros de trabajo y cómo se catalogan cuando un ciudadano escoge cursar un grado educativo superior en línea; cuál es la responsabilidad de un país como España, por ejemplo, que acredita estudios, desde el continente europeo, a mexicanos que se inscriben en la Universidad José Ortega y Gasset, o en la Complutense de Madrid. En estos casos, ¿cómo se viola la soberanía? ¿dónde se violentan las facultades intrínsecas de un gobierno?

Estimo que lo más importante es la asimilación de los aspectos culturales, la preparación, el estudio y el deseo de superarse en forma sobresaliente.

Lo anterior es, creo, muy claro, porque dónde está el reconocimiento de validez oficial para un hogar donde existe una computadora conectada a internet, donde uno, dos ciudadanos o tres, estudian una carrera impartida por el Tecnológico de Monterrey, o la misma UNAM o el IPN, situaciones que se dan cotidianamente y no hay un solo reclamo de nadie, sino que al contrario se pondera y magnifica este tipo de servicio.

Lo que debemos hacer es desaparecer las mojoneras que tratan de atajar la ilustración de los mexicanos con burocratismos trasnochados que solamente estorban, porque no dejan caminar a la velocidad que el saber exige y la cultura reclama.

Por otra parte, debe insistirse -una y otra vez- para expresar que los diputados que redactaron el artículo 3º. Constitucional en el Constituyente de 1916-1917, manifestaron su aspiración facultando a los distintos ámbitos de autoridad para impartir educación en todos sus grados y niveles. Por estas disposiciones, en los días que corren, es interesante asomarse al Estado de Coahuila, donde los ayuntamientos han creado y fortalecido sistemas educativos que les permiten atender a la población que gobiernan, con todo el reconocimiento jurídico formal tanto del Gobierno del Estado como del Gobierno Federal, por lo cual es importante profundizar en el estudio de las facultades concurrentes, dado que de acuerdo con el artículo 124 “Las facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados”.

La formación cultural es un fenómeno tan fino y a la vez tan complejo, que obliga a reconocer su trascendencia y a considerarla como un bien que pertenece a todos, por lo que nadie tiene derecho a impedir que los hombres y mujeres estudien y se preparen por sí mismos o avalados en una institución educativa. La educación en México, desde 1917, es propiedad popular.

Los funcionarios federales a veces creen que tienen la razón y que están en lo cierto en sus decisiones. Ignoran que las entidades forman parte del pacto federal y que merecen respeto porque en materia educativa nadie tiene el derecho para determinar qué es lo que se debe saber o qué es lo que se debe enseñar o cómo aprender, sino que en esta materia, adentrándonos ya a la ciencia de la pedagogía, es un renglón o un rubro en el cual siempre ha brillado y destacado el talento de los maestros estatales, por lo que debemos concluir que la educación es un patrimonio que pertenece no tan sólo a los mexicanos, sino a la humanidad entera.



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SE HAN TARDADO

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



En el inmenso mundo de la educación existen temas cuya importancia nadie sería capaz de discutir, por su trascendencia y por la bárbara exigencia del mundo contemporáneo y las necesidades que se palpan día con día.

Las autoridades educativas se han tardado en modificar los planes y programas de estudio de la educación básica y Normal; desde hace tiempo debieron haber incluido -como obligatoria- la materia de computación básica, con énfasis en la conformación de cerebros electrónicos.

No se debe soslayar ni ignorar este extraordinario tópico que impacta al mundo moderno. Todo se mueve a través de los ordenadores y, cuando se caen los sistemas, se vive y se experimenta el caos; usted y yo sabemos que la navegación marítima, aérea y terrestre, así como los mecanismos bancarios, archivos, memorias, trámites, negocios, lo que usted quiera y mande, pululan dinámicamente por el uso de las modernas tecnologías.

En razón a lo anterior, si los titulares de la Secretaría de Educación Pública, por tener preocupaciones de otra índole, no quieren o no saben qué es lo que se debe enseñar a las nuevas generaciones de mexicanos, tendrían que ser las entidades federativas a través de las autoridades educativas locales las que emprendan las reformas porque ya no se puede soportar, dentro del campo del conocimiento, que se esté dependiendo de decisiones centrales.

Apenas -y tengo que ratificarlo- desde el año de 1996 se iniciaron las tareas tendientes a entregar computadoras en las escuelas primarias, principalmente en aquellos planteles ubicados en zonas marginadas pero cerciorándose bien de que contaran con luz eléctrica y desde ese paso atrevido pero certero, lo único que han hecho las dependencias educacionales es aumentar su compra para repartirlas a las instituciones.

Lo que ahora salta a la vista es la necesidad sentida de que la enseñanza de la computación, el manejo de las tarjetas y dispositivos que componen la unidad central de proceso de un ordenador se inicien desde los niveles primario y secundario.

Desde que Steve Jobs y Bill Gates demostraron al mundo que una computadora se puede armar en un garaje siempre y cuando se tenga el talento, la imaginación y la habilidad para hacerlo, se debieron haber cambiado planes y programas de estudio porque -los niños principalmente- gozarían de manera extraordinaria si se les proporcionaran las partes para ensamblar una, ya que no existe forma de equivocarse dado que las piezas se ajustan perfectamente con base en los diseños.

Estimo que si algunos técnicos y funcionarios de la educación aceptaran una reforma de este tipo, se avanzaría en forma brillante para descubrir los talentos innegables que existen, para después avanzar hacia la enseñanza de los componentes, estructuras y contenido sustancial de los materiales con que están hechos.

Así como este tema, existen otros que deben analizarse para dinamizar el contenido de la didáctica en las escuelas de educación básica y Normal porque, si algo ha olvidado el sistema educativo nacional, es adiestrar las manos, fortalecer la fantasía y el entendimiento de los niños, por lo que se hacen las clases aburridas, apreciación certera porque la parte más radiante del día entre los infantes, es el recreo.

Los planteles, dentro de la jornada laboral, deben utilizarse para la convivencia de la comunidad educativa pero de tal manera que exista alegría, contento, calor y una apreciación de avances cotidianos, por lo que se impone que cada uno de ellos sea útil, productivo, lo que serviría para el perfeccionamiento de la tarea docente vinculada con la dicha de aprendientes.

Es muy importante que desde los primeros años se despierten las inquietudes técnicas y científicas entre los alumnos para equilibrarlas con las humanísticas, lo cual arrojaría una experiencia vital para la educación en México.

La propuesta de incluir esta materia como obligatoria, tiene un propósito muy claro: conducir a la niñez y dejarla caminar también por los intereses que ella misma reclama porque todos los niños son felices queriendo saber cómo funcionan los juegos, los celulares y qué es el mundo vertiginoso de las computadoras que nos acercan cada día más al conocimiento del universo.

Se debe actuar sin temor y pensando en el beneficio de los educandos y no en las molestias que se pueden causar a las autoridades educativas federales.


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