¿CÁRCELES O ESCUELAS?
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez
Por Guillermo H. Zúñiga Martínez
De vez en cuando me gusta recordar esa exquisita lectura de la novela que escribiera Martín Luis Guzmán, basada en la vida cotidiana de una de las cárceles más famosas de México: las Islas Marías. En esa obra imaginaria, bien construida, con escenas y narraciones magistrales en la cual el autor conduce a los leyentes hacia un mundo desconocido, pero cerca gracias a la literatura, el personaje central es un maestro de escuela quien después de analizar las circunstancias, el ambiente y los pormenores de la administración de tan legendario centro de readaptación, logra hacer que los colonos cobren interés por el estudio, el trabajo constructivo, los oficios, la investigación y el desarrollo social, fenómenos éstos que originan una sociedad modelo dentro de un penal donde supuestamente estaba reunida la escoria de la sociedad.
Decir que la libertad es el valor supremo del hombre es un hermoso lugar común porque, efectivamente, de nada sirve la inteligencia, el talento, la riqueza si el ser humano no puede moverse más que en una celda o en el patio reducido de un penal, pero lo innegable es que los que se encuentran privados de su libertad debieran ser estimulados para efecto de que todas las horas que tienen libres las utilicen en su formación para superarse y enriquecerse como personas, ya que el ser físico es el que está recluido pero la imaginación y el pensamiento pueden traspasar cualquier barrera para construir edificios ejemplares como fue, por ejemplo, el caso de Miguel de Cervantes Saavedra, que purgando una condena regaló a la humanidad, ni más ni menos que la obra más perfecta escrita en castellano: “El Quijote de la Mancha”.
Otro caso que para mí no es paradigmático, elocuente ni constructivo, porque se trata del peor asesino de la humanidad que condujo a sus gobernados hacia una guerra estúpida, lacerante y llena de horror como fue la que se escenificó de 1939 a 1945, la segunda guerra mundial, en la cual murieron millones de seres humanos, pero lo que no se debe ignorar es que el pintor de brocha gorda y desquiciado mental, como lo fue Adolfo Hitler, estando preso escribió “Mi Lucha”, una obra que rompió records de tiraje, porque ese libro fue muy leído por jóvenes y adultos interesados en conocer el pensamiento de un monstruo que aprovechó el talento de su pueblo para hacerle el mal a los demás.
Me ocupo de esos personajes -uno lleno de poesía y nobleza; el otro de avaricia desmedida e inmenso mal-, porque siempre se han podido hacer actividades positivas dentro de los reclusorios, ya que sobran los ejemplos de hombres y mujeres que cuando se dedican a cultivar alguna actividad, sobresalen en el arte, la literatura, la música y fundamentalmente en las tareas manuales; lo único que a mi parecer falta, no tan sólo en México sino en latinanoamérica y en otras partes del mundo, es la decisión de las autoridades por realmente reeducar a los que por diversas razones cometen ilícitos que los llevan hacia la casa de la restricción y del encajonamiento físico; mas, cuando existe voluntad política para transformar los centros de readaptación social, Veracruz demuestra, a través del IVE, que es posible implantar la Nueva Pedagogía Social dentro de los CERESOS y con base en la solidaridad y la determinación de personas llenas de confianza y de fe , los prisioneros pueden sobresalir para luego destacar, progresar y triunfar en la vida.
Apenas el viernes pasado, en el reclusorio de Pacho Viejo, se entregaron doce certificados profesionales a igual número de internos que, en lugar de estar pensando en problemas o en situaciones superficiales, dedicaron su tiempo al estudio sistematizado para enfrentar los contenidos programáticos, asimilarlos, interpretarlos y hacer suyos los instrumentos que les van a permitir, cuando egresen, practicar una profesión con toda dignidad a favor de sus congéneres, como es la de Educación Deportiva. La ceremonia fue de lo más emotiva porque convivieron familiarmente y había alegría y dicha entre los padres de familia, las esposas y los hijos de los reclusos que egresaron; fue realmente un bello espectáculo educativo y cultural.
Sin exageración alguna, el CERESO de Pacho Viejo como el de Dupont Ostión de Coatzacoalcos, están aportando nuevos profesionales para decirnos con una indiscutible claridad que la política del Estado debe profundizar en la conducción de estudios que pueden partir desde la educación básica hasta la media superior y superior, lo cual indica que esa es la senda que se debe transitar para alcanzar la auténtica readaptación social, que significa, entre otras cosas, estar preparado para convivir socialmente sin representar peligro alguno, sino que ya con el conocimiento en las manos, llevan la voluntad para inscribirse en el marco social como ciudadanos totalmente confiables para el ejercicio de su profesión.
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