UN POLITICO BRILLANTE

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



Corrían los meses de 1964, el abogado Gustavo Díaz Ordaz visitaba el país para buscar ser Presidente de México. Cuando le correspondió a Veracruz, se hizo acompañar de varios jóvenes que en diversas oportunidades hablaban para dar a conocer las líneas generales de sus compromisos si el pueblo le daba la confianza. Como todos sabemos era un hombre enérgico, serio, extraordinario jurista, nacido en San Andrés Chalchicomula, Pue. Entre aquellos oradores destacaba Ignacio Vázquez Torres, quien se iniciaba en la política con grandes expectativas; eso le permitió convivir y conocer a veracruzanos que desde aquella época lo estiman y admiran.

Diez años después, el señor Lic. Ignacio Vázquez Torres recibió la confianza del maestro Jesús Reyes Heroles quien lo designó Delegado General del P.R.I. en nuestra entidad; él vivió muy de cerca y fue actor principal de las decisiones políticas que se tomaron cuando ya todo estaba hecho para que Manuel Carbonell de la Hoz fuera el abanderado del tricolor, hasta que aparecieron publicadas aquellas declaraciones fulminantes del autor de “El Liberalismo Mexicano”, afirmando: “Yo, como veracruzano, no he votado por él”, refiriéndose al xalapeño Subsecretario de Gobierno al lado de don Rafael Murillo Vidal. Después de esa determinación del Presidente del CEN del PRI, se desvanecieron esperanzas, se sembraron confusiones, se movieron precandidatos y se desató una lucha realmente interesante en los entretelones de las decisiones políticas fundamentales de este país, que gobernaba Luis Echeverría Álvarez.

Como lo he expresado en algunas ocasiones, el entrañable y distinguido Lic. Rafael Hernández Ochoa fue quien resultó electo por las mayorías populares y desde que inició su campaña política el 25 de mayo de 1974 en Pánuco, Ver., me distinguió con el nombramiento de secretario particular y además coordinador de oradores. Fue en esa época cuando conocí a don Ignacio Vázquez Torres, un político inteligente, bien formado, gran conocedor de hombres e ilustrado en la historia y desarrollo de nuestro país. Lo escuché en varios mítines hablar sobre la señera personalidad de don Rafael y pude apreciar a un orador elocuente, seguro de sí mismo, vigoroso y dueño de una imaginación estupenda, así como de una voz metálica que abría los surcos de la imaginación entre las mentes y las almas de los asistentes. Fue extraordinario que él haya aceptado hablar ante los veracruzanos porque lo que les decía era resultado del conocimiento que tiene sobre el carácter, tradiciones, costumbres y hábitos de nuestros paisanos, quienes en forma entusiasta aplaudían el contenido y cúspide de sus frases.

Don Ignacio Vázquez Torres entregó magníficas cuentas al maestro Jesús Reyes Heroles, quien de manera excepcional aceptó venir a la campaña de don Rafael y fue el orador principal en Tuxpan y, como si fuera hoy, recuerdo el mensaje del ideólogo de la Revolución Mexicana cuando, entre otras importantes afirmaciones, dijo: “las banderas que enarbola nuestro partido, están firmes en las manos limpias de mi amigo Rafael Hernández Ochoa”. Fue una campaña política de antología, llena de episodios dignos de narrar porque don Rafael, con una madurez admirable, veía en su responsabilidad un serio compromiso para gobernar y guiar a los veracruzanos por senderos seguros, basados en la Unidad y el Trabajo, pero también en la concordia y la armonía.

Terminó la campaña; don Rafael Hernández Ochoa fue un inolvidable y querido gobernador de esta entidad, e Ignacio Vázquez Torres regresó a la ciudad de México donde, con base en su capacidad y experiencia, ocupó cargos de primer nivel en la Secretaría de Gobernación; fue también Secretario de Organización del CEN del PRI, Coordinador General para la Descentralización Educativa en la SEP y, aparte de estas responsabilidades, fue cuatro veces diputado federal y senador de la República por el Estado de Guanajuato.

Escribo estas líneas de manera muy somera sobre el talentoso político oriundo de Pénjamo, más lo que quiero destacar de él es su congruencia, la dignidad que siempre lo ha acompañado y la acrisolada honradez con que ha desempeñado los puestos públicos, porque en verdad que siempre ha sido un hombre austero, juarista consumado, admirador de don Adolfo Ruiz Cortines y dueño de una preparación sinceramente envidiable.

Conocedor como pocos de la geografía política y humana del país, cuenta entre sus riquezas a muchísimos amigos y donde quiera que él se planta despierta respeto, cordialidad y solidaridad para sus causas, es un político de lo más completo que hay en México y, con esas características, el 29 de enero tuvo la bondad de venir a Xalapa para disertar sobre un tema que le apasiona: “Una Visión sobre la Alternancia en México”.

He estado ligado al Licenciado Vázquez Torres durante varios años, por lo que sé que lo que estoy afirmando es totalmente apegado a la realidad, porque su conducta como hombre y como servidor público es y ha sido ejemplar.

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EL DINERO Y LA CALIDAD EDUCATIVA

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



De acuerdo con las atribuciones del gobierno del Distrito Federal, el licenciado Andrés Manuel López Obrador instauró, hace nueve años, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. La institución ha beneficiado a cientos de jóvenes al ofrecer una educación de calidad con base en la preparación académica de los mentores y en las exigencias del cumplimiento del deber estudiantil. Entre sus finalidades se inserta la idea de crear nuevas opciones académicas, con el propósito de innovar y forjar universitarios “competentes, críticos y sobre todo humanos”.

Actualmente, realiza sus funciones en nueve planteles donde se imparten clases de siete licenciaturas, tres ingenierías y ocho doctorados.

De conformidad con datos recientes, en ocho años de operación registraba doscientos treinta y nueve alumnos egresados, de los cuales sólo siete han recibido el título correspondiente, y según el informe del entonces rector Manuel Pérez Rocha, el viernes 19 de junio del 2009, los facultativos alcanzaron el número de quince. Es interesante enterarse de que, en el seno de la Asamblea del Distrito Federal, el panista Sergio Eguren aclaró que no cuenta con quince titulados en nueve años, sino con veintiocho, por lo cual el promedio ha sido de sólo tres por año, cuando la matrícula alcanza tres mil colegiales. En la licenciatura de Creación Literaria nada más una mujer ha terminado su estudios; en Comunicación y Cultura se cuentan catorce aprendientes que concluyeron sus trabajos de tesis; otras no tienen graduados, como las de Arte y Patrimonio Cultural, Ciencias Sociales y Filosofía e Historia de las Ideas.

Es importante significar que muchos educandos reciben becas equivalentes a un mes de salario mínimo. Esta prestación se mantiene siempre y cuando no excedan el tiempo normal para culminar su carrera. Con base en las palabras del propio ex rector “no bajamos la guardia para nada, no les damos facilidades para que se titulen y mejorar así las estadísticas, preferimos que salgan menos y no dar facilidades”. Estas afirmaciones no aclaran en qué consistirían, lo que posiblemente estribe en flexibilizar la calidad de los trabajos recepcionales, porque obligación de toda institución de educación superior es promover mecanismos para que los inscritos realicen las investigaciones pertinentes que contengan enfoques originales y enriquezcan el acervo de obras producto de su esfuerzo.

La Universidad fue proyectada con un presupuesto atractivo; baste mencionar que en el año de 2010, conforme lo expresado por la nueva rectora María Esther Orozco, contaba con novecientos cinco millones de pesos, que de acuerdo al criterio de la propia autoridad universitaria “no le alcanzan ni para pagar los sueldos del personal docente y administrativo”. Esta aserción la hizo la distinguida académica en el seno de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, lo que permitió que la legisladora priísta Alicia Téllez la haya cuestionado con seriedad al reclamarle “no haber logrado nada trascendente para la institución académica”.

La misma rectora pidió a los asambleístas que ponderaran con seriedad las necesidades de la institución y aprobaran un presupuesto de mil seiscientos cincuenta millones de pesos, exhortación que van a razonar los diputados para dar una respuesta al planteamiento de la UACM, aunque ya le han reprochado que hasta la fecha sus resultados han sido muy pobres.

Estas cantidades enormes de dinero llaman la atención; efectivamente, la educación superior es un filón que permitirá impulsar el desarrollo del país porque lo que requiere México es de profesionales preparados, dinámicos y persuadidos de que los conocimientos que adquieren deben ponerse al servicio de la sociedad, pero no todo es monetario y la calidad de la educación no debe fundarse en la cantidad de millones que se destinen para su fomento, sino en la responsabilidad de maestros y alumnos para que, con base en su entrega, se alcancen resultados de excelencia. En cambio, la nueva pedagogía social que desarrollamos en nuestro Estado, está insistiendo en que el aprendizaje debe ser lo principal sobre la enseñanza, sin demérito de la trascendencia de esta última.

En Veracruz es sabido de todos que una generación de nuevos educadores está abriendo surcos en la investigación y la asimilación de contenidos, con base en el autodidactismo crítico y significativo que está aplicándose de una manera sistemática y veloz en comunidades de estudio y de reflexión que conducen hacia la transformación de vidas humanas. Esta es una nueva ruta que debe transitarse para conjugar recursos de carácter económico con la autorresponsabilidad tanto de preceptores como de estudiantes.

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LA HISTORIA Y LA VERDAD

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



Hace unos días, mi amigo el doctor Salvador Valencia Carmona, tuvo la gentileza de hacerme llegar un presente muy grato; se trata del libro “200 años de la Historia de la Música en México”, cuyos autores son Jesús Flores y Escalante y Pablo Dueñas. La edición es realmente atractiva, desde el empastado se nota la calidad de los materiales utilizados para su impresión; el diseño de la portada y el logotipo se deben a Carlos Green. La obra escrita se complementa con cuatro CDs que contienen cien grabaciones originales, incluyendo el primer registro fonográfico del Himno Nacional Mexicano, en 1908.

Su lectura es excepcionalmente amena; los autores desplazan su imaginación desde los primeros descubrimientos para grabar los sonidos y fundamentalmente la voz humana; en consecuencia, recuerdan a Thomas Alva Edison, Alejandro Graham Bell y por supuesto, al Alemán radicado en los Estados Unidos de Norte América, Emile Berliner.

El trabajo nos conduce al conocimiento del primer dictáfono; describen la importancia de la victrola y dibujan el paso que se dio para cambiar los cilindros por el disco horizontal. La investigación que realizaron fue estupenda y su fuente principal se localiza en la Asociación Mexicana de Estudios Fonográficos y en las primeras empresas disqueras que llegaron a nuestro país para iniciar el gran negocio que ha resultado ser esa industria.

El libro lo devoré; son una delicia, raros e interesantes, algunos datos publicados y que habían permanecido en el olvido. Ni idea remota tenía que el señor Carlos Marmolejo fuera el pionero del mariachi en la ciudad de México y, así como el nombre de ese artista, muchos que jamás se habían presentado ante mi flaca memoria, como el del barítono Rodolfo Hoyos o el del dueto formado por José Rubio y Juan R. Martínez, así como Vicente T. Mendoza, que destacó por sus estudios sobre los corridos de la Revolución. También me enteré que el autor de “Morenita Mía” fue el neoleonés Armando Villarreal.

En fin, mencionan celebridades que tuvieron su momento y que fueron reconocidas por todos aquellos que los admiraban al escuchar los sonidos de las famosas orquestas o las voces de hombres y mujeres que hicieron época. Me gustó encontrar en esta investigación las siluetas y canciones de Ana María Fernández y Toña la Negra, el tono de esta última realmente armonioso e insuperable.

Páginas adelante descubro el testimonio sobre Jorge Negrete, a quien ponderan como charro cantor y actor consumado en la película “Ay, Jalisco no te Rajes”, en la cual también participa la inolvidable Lucha Reyes. El texto prosigue citando glorias, publicando fotografías, señalando orquestas, tríos, solistas y a la mayoría de artistas conocidos por quienes pertenecemos a la tercera edad; así es que no faltan Javier Solís, Vicente y Alejandro Fernández, María Victoria, el Mariachi Vargas de Tecalitlán, Tin Tan, María Félix, Ignacio López Tarso, Octaviano Yáñez y sus danzones, Abundio Martínez, autor de valses bellísimos, etc.

Vale la pena el libro, pero cuando lo terminé de revisar me di cuenta de que se les había escapado un nombre, para mí fundamental en la difusión de la música popular e inventor del bolero ranchero –quien fue autodidacta porque solamente cursó hasta cuarto año de primaria-, porque ni por descuido se cita a Pedro Infante, quien sigue siendo auténtico ídolo popular; mi extrañeza fue más allá cuando se menciona a cantantes como Cuco Sánchez, José Alfredo Jiménez, Angélica María, Pepe Jara, Marco Antonio Muñiz, Armando Manzanero, y otros más, pero al héroe de Huamúchil, ni una palabra y menos una foto.

Ignoro si fue la mejor voz pero, con el consejo de Ismael Rodríguez, Infante no tan sólo cantaba, sino actuaba sus interpretaciones y por ello obtuvo éxito notable en su tiempo y hasta la fecha. Lo que me preguntaba es el motivo de la omisión y mi primera conclusión consistió en que a los autores el sinaloense nada más no les caía bien, pero porqué dejar fuera de las páginas de ese libro a un verdadero cantante que hace todavía las delicias de muchos fans. No lo entendía hasta que volví a leer la exposición y la razón es de carácter comercial: ellos hicieron el trabajo para Columbia y RCA Víctor y el dueño de la voz dulce y sentimental grabó para la empresa Peerles.

No es posible admitir que la historia se rija por un mandato comercial; eso es faltar a la objetividad y apartarse de las normas éticas que está obligado a seguir cualquiera que ose llamarse investigador, pero en este trabajo como en muchos otros, puede más el dinero y las marcas que la verdad.

El título del libro debió haber sido “200 años de la Parcial Historia de la Música en México”.

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ALVA EDISON, AUTODIDACTA

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez




Uno de los modelos extraordinarios registrados por la historia respecto de seres humanos que progresan formidablemente por si mismos lo tenemos, sin lugar a dudas, en la personalidad de Thomas Alva Edison, quien naciera en Milán, Ohio, Estados Unidos, y se desarrollara en ese país, aunque algunos investigadores sostienen que nació en Sombrerete, Zacatecas, México, y que partió para aquella nación a la edad de 20 años.

Como todo niño, recibió la instrucción familiar para que asistiera a la escuela primaria; más o menos a los 8 años de edad padeció escarlatina, enfermedad que le provocó otitis, razón por la cual perdió parcialmente el uso de las facultades para oír. Cuando su maestro empezó a observar el comportamiento del niño y al verificar que los conocimientos que impartía no eran debidamente asimilados por él, en lugar de hacerle una exploración sencilla de agudeza auditiva, concluyó que su alumno era incapaz de aprender los contenidos de los programas oficiales; así, se separó de la escuela al infante que ahora me causa admiración.

Thomas Alva Edison, según confesó ya adulto, consideraba las clases escolares monótonas y aburridas, así es que decidió desde los 10 años estudiar y prepararse por sí mismo lo cual lo distingue como verdadero prototipo del aprendizaje autónomo. Cuenta la historia que pidió a su mamá le permitiera establecer un estudio modesto en el sótano de la casa y, cuando recibió la autorización, empezó a poner en práctica las enseñanzas que desprendía de la lectura del libro “Escuela de la Filosofía Natural” de Richard Green Parker. El texto lo iluminó de tal manera, que se dedicó a tratar de realizar los experimentos que sugería y avanzar en su determinación ya dibujada en su intención formal desde joven, de ser inventor.

Las inquietudes personales de Thomas consistían en satisfacer sus necesidades básicas y buscó la manera de allegarse recursos para lo cual se dedicó a vender periódicos así como productos diversos para obtener ganancias; con sus entradas empezó a adquirir revistas científicas, libros y también aparatos viejos, mismos que revisaba hasta comprender su funcionamiento.

El mercado principal para sus ventas lo localizó en la estación del tren, de tal manera que recorría los carros del ferrocarril comerciando sus productos. Llegó a familiarizarse tanto con los conductores, garroteros y demás personal, que cuando cobró confianza entre ellos, solicitó le permitieran usar un vagón para instalar un pequeño laboratorio, pero una vez, por descuido y realizar peripecias técnicas, ardieron sus pertenencias, lo que fue un escándalo y obligó a los administradores a lanzarlo.

Siguió conviviendo con los trabajadores pero le llamaban fundamentalmente la atención los telegrafistas, razón por la cual empezó a estudiar el espectacular y magnífico lenguaje de Samuel Morse: dominó el telégrafo y en poco tiempo era un especialista, profesión que ejerció con clara eficiencia.

Desde que obtuvo sus primeros ingresos, ahorró lo suficiente para adquirir una modesta prensa, así inició la publicación de su periódico WEEKLY HERALD, cuyos ejemplares, llenos de noticias, se los arrebataban los pasajeros del tren. Aunado a estas actividades, dedicaba el tiempo libre a la investigación y se propuso que cuanto su imaginación pudiera crear, fuese novedoso, práctico y rentable lo cual corroboró cuando dio origen al primer aparato automático para el registro de los sufragios; esto le permitió obtener una fuerte cantidad de dinero.

Con los recursos reservados formó su primera sociedad empresarial y promovió seriamente las actividades que había escogido.

A Thomas Alva Edison le debe la humanidad 1033 inventos entre los cuales destaca un aparato para transmitir oscilaciones utilizadas en las bolsas de valores; participó en la concepción y realización de la máquina de escribir; grabó las primeras vibraciones sonoras, mismas que logró reproducir y su prueba inicial consistió en pedir a uno de sus empleados entonara una canción y para admiración de todos la volvieron a escuchar a través de la grabación, consiguiendo el deleite y la fascinación general; ése es el nacimiento de lo que se conoce con el nombre de fonógrafo.

Una de sus contribuciones más importantes es la que hizo en el alumbrado público, porque si bien es cierto ya había muchos inventos y aportaciones para la iluminación popular, también se debe decir que fue él quien descubrió que con filamentos de bambú carbonizados podía darle a las bombillas un encendido prolongado.

Es muy grato saber que el personaje central de este artículo fue un paradigma del autodidactismo crítico y significativo.

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SACRIFICIOS OLVIDADOS

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez



Quiero saludar este nuevo año con unas líneas, que me nacen desde la plena sinceridad que debemos situar para comunicar vivencias inolvidables.

Con lágrimas bien sentidas, Gaby, la esposa de mi hijo nos dijo: “se queda Guillermo con ustedes”. Para su conocimiento, ese nombre es el de mi nieto; nunca habíamos disfrutado la fortuna de tenerlo –a él sólo- en casa. Enormes responsabilidades se presentaban durante los pocos días en que estaría a nuestros cuidados.

Sus padres se fueron; tenían que cumplir compromisos laborales en México y el niño, de apenas dos años de edad, se quedaba en Xalapa con sus abuelos paternos. Una vez que partieron empezamos una nueva experiencia: cuidar, alimentar, distraer y entretener al ser hermoso que es nuestro nieto.

Tratar de comprenderlo, saber lo que quiere, intuir lo que desea, fueron motivo de esmeros y atenciones, porque en realidad deseábamos que estuviera contento.

Con su lenguaje expresivo y contundente, pedía caminar, gatear o ser cargado; sus gracias consistían en hacernos ojitos, reír, carcajearse; cuando intencionalmente tratábamos de perseguirlo o de prohibirle con suma delicadeza alguna de sus acciones, nos tomaba de la mano, pedía atención y -lo máximo-, subía y bajaba escaleras sin cansarse, sólo que la obligación nuestra era estar alertas, seguirlo y asistirlo; después de varios viajes, me dolía la espalda y él apenas si empezaba sus exploraciones cotidianas.

Alimentarlo adecuadamente, cuidar lo que estaba a su alrededor, vigilar el tenedor, la cuchara, la servilleta, el mantel, los platos, en fin, estar atentos a su proceder; repetirle palabras con el fin de encontrar su eco, proteger los instrumentos electrónicos, pedirle el teléfono, -cuyos números marcaba repetidamente-, suplicarle que nos diera el control de la televisión y sentir la fuerza de sus manos al asirlo; entretenerlo para que dejara los celulares y el ipad, fueron labores inconcebibles y arduas.

Cambiarlo, procurar que no le diera el aire demasiado frio y por las noches tratar de que se quedara dormido hasta lograrlo, para poder descansar. Tema aparte era el momento de bañarlo, porque después de disfrutar el agua su “Abe” Guillermina, con esfuerzo conseguía retirarlo.

Casi todas esas actividades las desarrollaba su abuela, pero ambos terminábamos agotados, listos para entregarnos a los brazos de Morfeo y era tanta la preocupación que, en el alba, abríamos con mucho cuidado la puerta de su aposento, para escuchar su bello resuello; después de observarlo le decía a mi esposa -Duerme bien Guillermo-, para después reencontrar el descanso madrugal.

Explico lo anterior someramente, para exclamar qué tarea tan inconmensurable tienen las mujeres para amparar, guiar, y educar a un niño, qué formidable son sus amorosas acciones para complacer a sus descendientes; confieso que jamás había aquilatado en toda su magnitud la importancia que le dan a la crianza de sus retoños. Recordaba con claridad y admiración los afanes de mi compañera con nuestros hijos.

Al amanecer de este 2011, rindo un homenaje de devoción, sin ninguna reticencia, a las mujeres de mi patria, porque sin duda de ellas depende la felicidad y la dicha de las nuevas generaciones.

Sobresale la fe, el cariño y la confianza que los padres deben tener en sus hijos, dado que un mandato divino es creer en el destino y desarrollo de todo infante, porque alejarlo de los sinsabores y envolverlo en la armonía, en la dicha, en el respeto y la concordia e infundirle seguridad, son las semillas preciosas en el crecimiento de un nuevo ser.

Felicidades para todas las madres, mi reconocimiento a sus sacrificios con la esperanza en sus renuevos, sin esperar absolutamente nada a cambio.

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