TALLEYRAND, DIPUTADO


Por Guillermo H. Zúñiga Martínez


Es aceptado universalmente que el puesto no hace al hombre, sino que éste dignifica o degrada al cargo. Cuando el ser humano tiene sensibilidad, talento y humildad, sobresale sin importar el rango político o social que le den; por sí solo brilla y enaltece las actividades que abrace.

En estos días está muy de moda hablar de candidatos a diputados al Congreso local, los aspirantes solicitan el voto ofreciendo sus servicios y, en realidad, ser representante popular es una enorme oportunidad para trascender si es que se utiliza bien la tribuna, si se cumple a cabalidad el trabajo en comisiones y se actúa para interpretar las necesidades del pueblo y darles respuesta a través de una legislación adecuada y funcional para satisfacerlas.

Estas líneas las deseo dedicar a un diputado muy singular, cuyo nombre completo fue Carlos Mauricio de Talleyrand-Périgord, nacido en París, Francia, el 2 de febrero de 1754, porque su preparación e inteligencia lo hicieron descollar de manera genial en la Asamblea Popular, de la cual llegó a ser Presidente.

Talleyrand no fue un gran orador, mucho menos un manipulador de la palabra; hombre que no hablaba por el gusto de hacerlo, la realidad es que poseía ademanes elegantes y era dueño de una voz profunda pero nada brillante en la elocuencia; persuadía por la fuerza de sus argumentos, por la impecable lógica que utilizaba y por dibujar de manera verbal la traducción de los proyectos legislativos que presentaba; nunca engañaba a nadie y, a riesgo de su integridad, siempre se inclinaba por decir la verdad, por eso es el tipo de político que muchos escogieron como paradigma en las décadas de la Francia romántica que tanto admira el mundo.

Para que tengamos una idea de la importancia de las exposiciones de Carlos Mauricio, imaginemos el diez de octubre de 1789, en plena revolución francesa, porque es el momento en que, habiendo ejercido el sacerdocio y obtenido favores para ser obispo, tiene la valentía de proponer transferir al Estado todos los derechos de la propiedad eclesiástica. De acuerdo con Duff Cooper, fue ésta una de las acciones de su vida que mayor indignación despertó, y que luego, a menudo, se le enrostró como una falta.

Este proyecto indudablemente fue audaz, era el momento en que el Estado carecía de recursos económicos, la monarquía estaba imbuida en la elegancia y en el boato y había propiciado una sociedad disipada y sibarita en la cual empezaban a destacar los círculos presididos por mujeres sobresalientes de aquella época, que se daban el lujo hasta de compartir amantes. Dentro de esa realidad, quien tenia el dinero, quien lo poseía y lo detentaba era la iglesia, por lo cual Talleyrand propuso que sus bienes pasaran al Estado, pero también las responsabilidades de mantenerla, cuidarla, protegerla y enriquecerla moral y políticamente. En otras palabras, para él no era un despojo, sino que los bienes deberían ser nacionalizados, y fue tan clara su exposición que la asamblea recibió bien el proyecto, por lo que su posición política creció como nunca antes.

Entre otras ideas, como diputado, propuso la creación de un Banco de la Nación, dentro de una serie de reformas financieras y fulguró de manera extraordinaria cuando se dedicó a pensar y a elaborar su informe sobre la educación pública. Es bien sabido que la asamblea dedicó tres días para escuchar y analizar su propuesta, misma que marcó un parteaguas para hablar de la educación francesa antes y después de Talleyrand. En esos días, los enemigos de ese francés talentoso, admitieron que admiraban la profundidad y visión de su compatriota, y otros, de mala fe, afirmaron que él no era el autor, sino que había consultado a otros intelectuales para formular su trabajo. Talleyrand aceptó haber dialogado con colegas y también que admitió algunos consejos, pero el cuerpo de la idea que originó la reforma educativa francesa obedece a su inteligencia y capacidad. El actual sistema educativo de aquella nación está inspirado en sus concepciones, porque logró crear un modelo europeo y nadie puede negar que Talleyrand fue el creador del Instituto Nacional Educativo.

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EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR


Por Guillermo H. Zúñiga Martínez




Hace unos días, un grupo de intelectuales de Minatitlán me propuso desarrollar -para los alumnos que están cursando diversas licenciaturas- un tema sobre el futuro de la educación superior en México. El tópico atrae y apasiona porque, de acuerdo con las tendencias que se observan en nuestro país, existen diversas posiciones, distintos planteamientos; el más socorrido consiste en que los gobiernos Federal y estatales, incrementen los presupuestos para que las universidades puedan desarrollarse con mayor capacidad de respuesta ante la abundante demanda de los jóvenes en este nivel educativo.

Otra visualización consiste en aprovechar el espacio para transmitir lo que se puede denominar, no educación, sino instrucción y capacitación en línea, que es una nueva forma didáctica que abre posibilidades de gran aceptación en todo el mundo; es más, en México hay universidades que tienen dos tipos de rectoría: la que se dedica a dirigir, administrar y enriquecer el ámbito académico de la educación formal; es decir, la que se imparte en las aulas, en los institutos, y otra rectoría universitaria de carácter virtual y que responde a necesidades modernas, porque fundamentan sus acciones en elaborar planes y programas de estudios, colocarlos en la red y diseñar el material pedagógico para transmitirlo a través del ciberespacio.

También concurren corrientes, fundamentalmente de representantes de la derecha, que sin rubor están planteando la desaparición de las universidades públicas para que en sus edificios se proyecten unidades habitacionales y los terrenos que tienen en su poder, sirvan para centros comerciales y de esa manera convertir la educación popular, que es una conquista legítima del pueblo, en educación privada, a la cual puedan concurrir quienes tengan medios pagar cuotas mensuales. Afortunadamente esta idea, contraria a los ideales de la revolución social de 1910, no ha tenido ni tendrá éxito, pero lo innegable es que en forma paralela, mientras los gobiernos realizan esfuerzos por ampliar la educación universitaria de carácter público, también abren ventanillas para autorizar, día con día, la apertura de instituciones de carácter particular, situación que es totalmente normal y aceptada, porque el funcionamiento de estos planteles está debidamente permitido por la Constitución General de la República y las locales.

Ante este panorama, la única modalidad diferente a las diversas propuestas, es la que está creciendo y desarrollándose en el Estado de Veracruz, consistente en que los propios pueblos se están organizando para darse a sí mismos la educación que merecen, basada fundamentalmente en sus recursos económicos, en su esfuerzo individual y colectivo y en la idea de obtener un reconocimiento de carácter familiar que conlleva a una satisfacción intima de demostrar que se pueden alcanzar los conocimientos, dominar las materias y enriquecer el acervo cultural y tecnológico cuando los ciudadanos se deciden a apoderarse de lo que es de todos, porque las ideas, los descubrimientos, las tesis y los contenidos culturales, técnicos y científicos, son patrimonio de la humanidad.

En consecuencia, sostengo que el futuro de la educación superior en nuestro país y en Latinoamérica, debe fundarse en la riqueza y en las decisiones que alcancen, por si mismos, hombres y mujeres en lo individual y en lo colectivo.

Es innegable el panorama humano que se ha ido fortaleciendo en Veracruz cuando las comunidades toman la decisión de educarse, de formarse, basándose en la autorresponsabilidad y perfeccionando constantemente lo que se conoce ahora popularmente como el “autodidactismo creativo y crítico”, que ha cobrado una importancia inusitada en la mentalidad y voluntad de los veracruzanos que están haciendo posible una nueva forma de solucionar el problema de la educación superior en México.

Son entonces la modalidad y las características que está propalando el Instituto Veracruzano de Educación Superior, las que representan el inicio de una trascendente transformación que conducirá hacia la concreción del fenómeno educativo que se inscribe en la nueva pedagogía social.

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SITIOS RAMSAR

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez


Hace cuarenta y nueve años, alguien tuvo la formidable idea de convocar a una convención de carácter internacional sin prever el éxito que tendría; seguramente estaba enamorado de Ramsar, pueblo agradable propio para vacacionar porque en sus costas se localizan diversas estaciones termales y además se conjuga el paisaje con bellísimos bosques que invitan a disfrutar el verdor de sus montañas.

Ramsar es una de las ciudades que pertenecen a Irán, caracterizada por radioactividad natural bastante concentrada, misma que se libera exactamente a través de los manantiales de agua caliente.




Con esas características, se hizo una invitación abierta para que representantes de diversos pueblos concurrieran a esa ciudad iraní no tan sólo para que disfrutaran de su riqueza biológica sino para que admiraran también los refugios que existen, abiertos a las aves acuáticas migratorias estacionales.

Lo que hoy se conoce internacionalmente como Sitios Ramsar, nacieron precisamente de la convención que se desarrolló en esa ciudad el 2 de febrero de 1971 y cuyos acuerdos entraron en vigor hasta 1975. Indudablemente que fue un marco propicio para la cooperación internacional inspirada en la conservación y el uso inteligente de los humedales mundiales. Actualmente más de ciento cincuenta países han escogido más de mil cuatrocientos sitios en el mundo para proteger cerca de ciento veintitrés millones de hectáreas, de las cuales alrededor de cincuenta mil millones se encuentran ubicados en el continente americano.

Los conocedores e intelectuales que participaron en la convención de Ramsar, delinearon con profundidad la importancia de la interdependencia del hombre con su medio; reconocieron con amplitud la importancia que tienen los humedales para garantizar el buen funcionamiento y desarrollo de los servicios ecológicos, porque estas partes del mundo regulan los regímenes hídricos y son fuentes vivas de la biodiversidad en su más alta gama, porque abarca especies, aspectos genéticos y son los que originan la interacción entre la cultura biológica y el hombre, erigiéndose en un recurso insustituible que tiene valor científico, recreativo y económico.


La convención a la que he hecho referencia, que por cierto se verifica cada tres años, reconoció en su momento que esos ecosistemas son el mundo natural de fauna y flora esenciales para la vida de las aves acuáticas, pero con el transcurso del tiempo y de las investigaciones propias de esta riqueza, se ha llegado a la conclusión de que también son importantes como hábitat de las aves migratorias hemisféricas.








Hablar de los Sitios Ramsar es referirnos a los humedales y a la importancia que tienen para el desarrollo sano de los ecosistemas ambientales, por lo que su destrucción es un verdadero crimen y su descuido un atentado en contra del equilibrio ecológico. Todo daño que se cause a los humedales, es irreparable, vamos no tiene nada que ver con que se dé un dinero a cambio de la destrucción de estas células existenciales que sirven de manera formidable al equilibrio entre la cultura del hombre y la naturaleza.

Lo anterior cobra importancia porque en nuestra entidad los sistemas lagunares y estuarinos son los más importantes de México. Imagínese usted: cubren cerca de 800 kilómetros de litoral por lo que los humedales veracruzanos son marinos y costeros y son de tipo variado porque se localizan el intermareal arbolado, manglares, bosques inundados de agua dulce, lagunas de agua salada, así como pantanos de “nipa”.

Los humedales en Veracruz son demasiado valiosos porque también albergan más de doscientas especies de aves migratorias y son el refugio natural del pato real, halcón aplomado y alcaravanes, por lo que es una obligación de las autoridades poner todo su esfuerzo y sensibilidad para mantener esta riqueza natural que es fuente única de agua para el sustento de la fauna, el ganado y el desarrollo de cultivos.

Valdría la pena, como lo señala Elisa Pérez Barbosa Rojas, crear una conciencia de protección y cuidado del medio ambiente a través de la educación y promover la conservación de áreas extensivas de hábitat crítico para especies clave, así como mantener con inteligencia un sistema de monitoreo que permita vigilar esos sitios.

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INCONSISTENCIAS

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez


Cuando surgen inquietudes y deseos manifiestos, acompañados de anhelos porque los problemas educativos se superen y encuentren nuevos cauces y respuestas para el mejoramiento de la sociedad, son motivo de reflexión porque deben ser las áreas sustantivas y no otras las que intervengan para recomponer o perfeccionar la educación del pueblo.

Recordará usted que, cuando José Vasconcelos fue rector de la Universidad Nacional de México, observó que ni el gobierno federal y mucho menos los estatales y municipales se interesaban por hacer llegar la luz del alfabeto a sus gobernados; el autor de “La Raza Cósmica”, como autoridad universitaria a la que de manera exclusiva competían las tareas de enseñanza media superior y superior, prendió la flama de la inconformidad y protestó de manera creativa al manifestar a los políticos mexicanos que era necesario y conveniente enseñar a los que menos saben.

En este país se han hecho esfuerzos inconsistentes, aislados, de los cuales ninguno ha fructificado como se ha reclamado, porque cuando existe incoherencia y ausencia de cohesión en cuanto debiera unirnos, entonces se dan la desorganización y los resultados magros, descarnados, esqueléticos porque México pide, exige, no tan sólo un líder sino varios en diversos campos de la actividad humana y ésos no se encuentran; en política, por ejemplo, sobran los demagogos de petate quienes sienten que saben y lo han hecho todo; curiosamente nunca hablan de que la grande o pequeña obra material se hace pero con dineros del pueblo no de su bolsa y que para cumplir con su deber no tienen porqué presumir lo que hacen, como el mandatario de Guerrero que anda luciéndose en programas de televisión. En los campos científicos y técnicos, también hay fallas que se manifiestan, lo mismo pasa en el deporte y en otras actividades; entonces, lo que se debe buscar, es tener conciencia de los proyectos de carácter nacional porque el pueblo mexicano no puede seguir deambulando en las aristas de su destino sin lograr una verdadera identificación con sus valores intrínsecos.

Cuando me refiero a la desesperación y deseos de servir y que a gritos se está diciendo que los funcionarios de la SEP no dan los resultados que se esperaba de ellos, estoy hablando de lo que ha pedido a las autoridades del país el vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara de Senadores, el tabasqueño Arturo Núñez Jiménez -que fue priista en una época y ahora es miembro de una tribu perredista-, porque obtuvo en una sesión celebrada el pasado once de marzo del presente año la aprobación de un dictamen de la Comisión de Educación con un punto de acuerdo muy ilustrativo:

“ÚNICO.- El Senado de la República solicita respetuosamente a la Secretaria de Educación Pública y a las Secretarias de Educación de las entidades federativas e instituciones afines formular programas y campañas de difusión que involucren a los padres de familia y tutores a conocer a los maestros de sus hijas e hijos, participar activamente en sus tareas escolares y a leer, al menos, quince minutos diarios con ellos”.

Lo que son las cosas, hace algunos años apenas, la principal aplicación de los maestros consistía en realizar labores extramuros con el propósito de visitar los domicilios de sus alumnos, conocer a sus padres, platicar con ellos, ver su manera de vivir y de convivir, analizar el ambiente en que se desarrollaban los niños y persuadir a aquéllos para que coadyuvaran en la formación de los retoños; esas actividades se siguen realizando no tan sólo en forma individual sino con las asociaciones de padres de familia para discutir y analizar los problemas inherentes a la educación de las nuevas generaciones y, por lo que observo, la recomendación senatorial es un tanto cuanto atrevida.

Por otra parte, desde siempre los profesores hasta han abusado de lo que se conoce con el nombre genérico de tareas, que son actividades que dejan a los niños para que las realicen en su casa y así avanzar en los planes y programas de estudio señalados por las autoridades.

Cuando recomienda el Senado de la República que los padres de familia lean quince minutos diarios con sus hijos, en realidad refleja un desconocimiento de lo que ha dispuesto desde hace mucho tiempo la propia Secretaria de Educación porque, desde la época de Jaime Torres Bodet, ha multiplicado las bibliotecas municipales y escolares, así como la fundación de rincones de lectura, y en las aulas se realizan cotidianamente ejercicios de lectura, en voz alta y de comprensión; en fin, creo que lo que hace la Comisión de Educación de la cámara alta del Congreso de la Unión es una reconvención no nada más a las autoridades sino a los educadores que se hallan en ejercicio, lo que encuentro injustificado porque en verdad que la inmensa mayoría cumple patrióticamente con su deber.

Los senadores deberían dialogar con el magisterio antes de tomar acuerdos.

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