CAMPESINOS, GRADUADOS

Por Guillermo H. Zúñiga Martínez

            La ceremonia que tuvo lugar el sábado 2 de abril en la señorial Misantla, constituye un significado muy especial porque es un acto sin precedentes y demuestra algo que he venido proclamando durante varios años sobre la preparación individual y colectiva de los veracruzanos. En la conducta social se dan actos simples pero a la vez complejos: cuando el ser humano toma la determinación de transformar su existencia, lo logra a base de voluntad y trabajo.

            Hace más de tres años, un grupo de campesinos misantecos, entre los que destacan varias mujeres, solicitaron ser considerados para cursar una licenciatura  y combinar sus labores realizadas en la campiña cotidianamente, con los aspectos teóricos que se involucran en los planes y programas de estudio de la Licenciatura de Desarrollo Rural Sustentable.

Esta carrera se abrió formalmente en aquel señero municipio; la Directora, Violeta del Carmen Chacón, puso énfasis muy especial para que la nueva oportunidad académica tuviera éxito inobjetable, por lo que demostró sensibilidad, disposición y enorme espíritu de servicio que se vio coronado con la generación que egresa. Al mantener comunicación con el grupo de alumnos que hoy menciono, me percaté que cuando los habitantes del sector rural encuentran la vía del saber y la transitan, pueden culminar con éxito sus estudios y, además, obtener un grado académico; por eso le decía a la maestra Chacón, junto con los maestros que colaboraron a su lado, que el esfuerzo por ellos realizado debe cincelarse no tan sólo en el recuerdo de quienes reciben sus documentos aprobatorios, sino en la conciencia social porque lo que han hecho encierra un mensaje lleno de hermosura y aspectos positivos ya que es la primera vez -y esta expresión es lamentable escribirla- que un grupo de operarios agrícolas ve recompensados sus esfuerzos en las aulas, con base en el estudio.

            En ese acto, los graduados se hicieron acompañar por sus familiares y me dio mucho gusto entregar sus Cartas de Pasante a Abel Grajales y Lagunes, Mónica María Aburto Torres, Isidoro Baeza Mercado, Abigail Juan López, Heladio Gutiérrez Barradas, Joaquín González María y Francisco Galindo y Velasco, porque lo que han concretado conforma una lección de voluntad y desempeño que dibuja un hito histórico en los anales educativos de Veracruz.

            Lo acontecido en Misantla, debe ser reproducido en todo el Estado, lo único que falta es conducir las tareas de promoción hacia los hombres y mujeres que estén dispuestos a seguir dominando el azadón, la coa, el manejo de los hatos o de cualquier empresa agropecuaria  y conjugar esas actividades altamente cotizadas, con el estudio, que es un quehacer intelectual que merece cuidado y darle la valoración pertinente, porque al fin se ha entendido que lo más importante en la vida, además del proceso productivo, es también la preparación intelectual de los individuos para caminar hacia el Veracruz próspero que todos reclamamos.

            Sea este grupo de campesinos y campesinas la primera semilla que irradie luz hacia sus compatriotas para que en los años venideros, existan en la entidad grupos que generen el conocimiento por sí mismos y se animen con el orgullo de ser trabajadores del campo pero también obreros del intelecto, con el propósito de que ya no haya engaños y sepan organizarse, crear establecimientos y negociar sus productos: en una palabra, que sean competitivos en un mundo dominado por el comercio y la explotación del hombre por el hombre.

            Queda demostrado con el acto protocolario al que aludo, la factibilidad de que los campiranos accedan a las instituciones de educación superior, porque su talento se respira en el aire fresco de los paisajes bucólicos, y de seguir este rumbo con los resultados obtenidos, Veracruz está destinado a ser un Estado ejemplar  porque empleados, amas de casa y gente sencilla, pueden alcanzar alturas insospechadas en el mundo del saber.

            Estas líneas también las aprovecho para magnificar el esmero de la Directora y de los Asesores Solidarios, que supieron entregar su tiempo y preparación en favor de los que menos saben y que actualmente conviven con ellos en la culminación de sus estudios, lo que se traduce en satisfacción y felicidad, porque todos son mayores de edad, tienen familias integradas, se ocupan de manera espléndida en la producción de alimentos y ahora, dueños de conocimientos asequibles e importantes para su desarrollo personal, han llegado a ser dignos Licenciados en Desarrollo Rural Sustentable.

            Lo único que hemos propiciado es honrar el derecho a la educación que consagra el artículo tercero constitucional. Ellos lucharon por ese mismo derecho y lo alcanzaron.

 Felicidades para todos.